Levrero y La Ciudad (no "La ciudad" de Levrero)
El otro acercamiento fue descubrir que ambos habíamos identificado una roñosa voz interna que maldice el lugar donde vive (él, Colonia; yo, Montevideo segunda etapa) en el poema La ciudad de Cavafis. Fue un momento mágico: yo comenté que me gustaba muchísimo L. Durrell y él dijo que a él lo que le había gustado era un poema que el autor citaba en uno de sus libros, y lo describió perfectamente; yo salté, cité (parafraseé) las primeras líneas, y no paramos de hablar de La Ciudad (no del poema: de ese sentimiento de vivir un exilio impuesto por fuerzas oscuras, imposible de romper, cuando en realidad hay algo dentro de uno que se niega al lugar, algo que se parece un poco al autosabotaje).
Pasaron todavía tres años para que me fuera de Uruguay: sabía que por nada del mundo podría hacerlo si estaba peleada con el país ("La ciudad te seguirá", advertía claramente). Uno tarda, pero con los años (y con los poemas, y con Levrero, y con las repeticiones de los errores, y con la intervención protectora de San Judas Tadeo) se vuelve un poco más sabio.
Preferí partir tranquila, disfrutar el viaje que iba a ser para siempre, como quien paladea de lejos una Ítaca propia. Es decir, con la plena conciencia de todos sus defectos.
Por suerte ya no tengo problemas con las ciudades. Vivo donde quiero vivir hoy (lo que no quiere decir que el puerto esté cerrado para cambiar de idea, o que haya renunciado a mi otra mitad del alma)
"Dijiste: ‘Iré a otra tierra, iré a otro mar.
Otra ciudad ha de haber mejor que esta.
Cada esfuerzo mío es una condena dictada;
y mi corazón está -como un muerto- enterrado.
¿Hasta cuándo estará mi alma en este marasmo?
Adonde vuelva mis ojos, adonde quiera que mire
veo aquí las negras ruinas de mi vida,
donde pasé tantos años que arruiné y perdí’.
No hallarás nuevas tierras, no hallarás otros mares.
La ciudad te seguirá. Vagarás por las mismas
calles. Y en los mismos barrios te harás viejo;
y entre las mismas paredes irás encaneciendo.
Siempre llegarás a esta ciudad. Para otras tierras -no lo esperes-
no tienes barco, no hay camino.
Como arruinaste aquí tu vida,
en este pequeño rincón, así
en toda la tierra la echaste a perder".
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Un abrazo y gracias!