Caminando por Pablo de Maria

Fui a pagar cuentas, al banco por varias minucias administrativas, devolver un DVD de "El mercader de Venecia", comprar unas cortinas y demás plásticos, vinería cerrada (hay una deliciosa Grappa di Piuma para el invierno), fábrica de pastas para congelar, panadería. Estaba el sol acompañando cada caminata, y esa cuota de soledad que necesito para recuperar las fuerzas.

Astor está muy divertido; durmió hasta tarde, estaban en la playa comiendo calamar y tomando cerveza. Espero que él no,no todavía!

Hablé también con K. y nos vamos a ver el jueves; hoy voy a encontrarme con V.F. para charlar e ir al cine: ¡al Festival!. Una película china, lo último que yo elegiría, pero aunque la toma sea fija y dure las dos horas, yo estaré feliz de estar en el mágico santuario, en la oscuridad de respiraciones contenidas. También acordamos una reunión con las correctoras que quedaron "anclaas en Montevideo" durante Semana Santa.

Mañana viene mi niño maravilloso. Miro su foto todo el tiempo.

Hace dos años estabamos en Queretaro todavía en estas fechas; las cofradías vestidas de distintos colores desfilaban con cadenas en los tobillos, descalzos, por la calle. Semana Santa fue de mis fiestas preferidas durante el lustro vivido en el conservador Bajío, especialmente en Guanajuato. Me aceleraba el corazón; la primera vez que vi a los penitentes casi se me salen las lágrimas. Lo que me impresionaba era mirarles los ojos debajo de las capuchas, el enorme esfuerzo a cada pasito dado...

Yo tenía una enorme panza y se me ocurrió comentarle a G. mientras desfilaban los niños encapuchados de blanco, al principio (a ellos sí les dejaban ponerse sandalias,por lo menos): "Mira si a Astor se le da por hacer esto cuando crezca". A G. casi le da un ataque, dijo que él jamás lo permitiría. Quizás, en el fondo, por eso nos volvimos a Uruguay. Acá lo más que podría pasar es que salga de lubolo desteñido en Carnaval.

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