Profetas que profetizan sus propios dolores

"Tenía razón, yo tenía razón...", dice la pobre Casandra, ya vieja y desgreñada. Y toma solitaria una copa de vino, y otra, y otra, en la barra de un bar donde los mozos van levantando las sillas para cerrar la noche.

Comentarios

Guauuu, me llegó al alma!!

Gracias.

Se te extraña por la Lupa del viajero...
Acabo de escribir una vivencia sobre la obsesión y el perfeccionismo con la que creo que te vas a identificar.

Cuando quieras, te espero!

Un gran abrazo desde Holanda, Ale